
Debido a este lento proceso de degradación, las heces humanas cagadas a diestro y siniestro por el monte pueden resultar un grave problema sanitario y ambiental. Las heces pueden ser fuente de parásitos intestinales humanos que, en caso de no controlarse adecuadamente, suelen terminar contaminando el ecosistema y transmitiendo la enfermedad a muchas más personas y/o animales.
La lluvia, el viento e incluso los animales del monte son los encargados de transmitir la enfermedad, que puede llegar a contaminar ríos, embalses y depósitos de agua destinados al consumo y/o uso humano.
Aunque no resulta mortal en adultos sanos, puede transformarse en una enfermedad crónica si no la tratamos como es debido. Las personas que padecen esta enfermedad (transmisores) pueden no tener síntomas, y cuando sus heces llegan al agua comienza el proceso de infección y propagación. Este parásito puede sobrevivir en un medio acuático durante meses, y su proliferación dependerá de la estación del año y de la región.
Como hemos visto, estos parásitos son los principales causantes de enfermedades en humanos y animales, además de ser los responsables de graves alteraciones en los ecosistemas, y por ello debemos evitar en lo posible su propagación.
Cuando la necesidad de soltar lastre se hace inminente, tenemos que recordar que son muchas las personas que también hacen uso del monte y que probablemente no desean encontrarse con estos restos.
Para ello, lo único que debemos hacer es cavar un pequeño agujero que después nos servirá para enterrar nuestras heces. Al enterrar los excrementos, lo que hacemos es acelerar el proceso de descomposición de las heces y evitar su propagación hacia vías acuíferas.
La forma más eficaz de facilitar la degradación de nuestras heces es depositarlas en un agujero de unos 20 cm. de profundidad y después enterrarlas una vez terminada la faena.
Además, en el caso de tampones, toallitas, compresas o pañales, debemos saber que el tiempo de degradación de estos restos es extremadamente largo y probablemente pasen muchos años antes de que se descompongan por sí solos.