Padre e hijo pasaron 40 años aislados en la selva creyendo que seguía la guerra de Vietnam

 

 Una Increíble Historia de Supervivencia en la Selva

 
 
En agosto de 2013, una veintena de personas rodeó una cabaña en la selva de Vietnam. Dentro, se encontraban dos hombres salvajes, un padre y su hijo. Durante más de 40 años, no habían visto ningún rastro de civilización. Creían que su país seguía en guerra.
Fueron capturados y levados a la sociedad. Sacados de su aislamiento para volver a integrarlos en el mundo contemporáneo. 
El pasado noviembre, tres años después de que se integrara en un poblado, el “Tarzán de Vietnam” volvió a la selva durante cinco días.
Durante 120 horas, volvió a ser quien fue durante toda su vida, y Docastaway capturó el momento para convertirlo en un documental que perfectamente podría haber sido una película de Disney:

La historia del Tarzán contemporáneo data de 1972. Ho Van Lang era un bebé cuando su padre, veterano de la guerra de Vietnam, decidió llevárselo consigo a la selva.
Su casa acababa de ser bombardeada, perdiendo a su madre y dos de sus hijos por el camino. La única esperanza que le quedaba era su pequeño Lang, así que,huyendo de la realidad catastrófica en la que se encontraba, se refugió en la naturaleza.
Volvió a los orígenes del ser humano. Vivió su propio Neolítico. Durante 41 años, la única pretensión de este padre coraje fue mantener a su hijo con vida, aunque para ello tuviera que ignorar la sociedad moderna.
Para Lang, la vida comenzó en la selva. Nunca había tenido un contacto con otros seres humanos. De hecho, hasta que no volvió a la civilización no supo del sexo femenino. Fue al ver a una niña desnuda cuando preguntó “¿Qué le ha pasado en los genitales?”. Su padre le ocultó todo sobre el sexo; podría decirse que es asexual. Al no tener la intención de que su hijo conformara una familia, era un dato totalmente prescindible.
 
 
 Cómo Fue su Vida Día a Día
 

Lo que sí le enseñó fueron los valores de la disciplina del Ejército y todo tipo de técnicas de supervivencia. Se alimentaban de monos, ratas, pescado, serpientes, lagartos, murciélagos, ranas y, en definitiva, cualquier animal que consiguieran cazar en la selva.

Construían altas cabañas utilizando como base los troncos de los árboles más robustos.
Creaban pequeñas fogatas con cuarzo para calentarse, cocinar y mantener alejadas a las amenazas.

Se cubrían con pequeñas prendas de ropa hechas de fibra de corteza de árbol.
Confeccionaban trampas y herramientas utilizando bombas varadas de la guerra.
Aún así, sufrieron las consecuencias de una vida indómita.

Lang perdió un dedo y su padre un ojo. Pero fueron problemas mínimos para personas que hacían todo con el menor número de recursos posibles. Solo utilizando la sabiduría de un veterano traumatizado por la guerra.
 
A lo largo de los 41 años que pasaron aislados, tanto Lang como su padre fueron cambiando de residencia. Al principio se mantenían muy cerca del río para aprovechar las ventajas que este les proporcionaba. 
 
 
Sin embargo, poco a poco la civilización fue acercándose adonde se encontraban, por lo que fueron huyendo hacia las montañas.
Preferían el contacto con algunas de las serpientes más peligrosas del planeta que con los seres humanos.
Por eso, cuando les encontraron y Ho Van Tri –el hermano menor de Lang que sobrevivió a la guerra integrado en sociedad– les ofreció un asilo, la reacción de padre e hijo fue dispar.
Lang aceptó, curioso por el nuevo mundo que acababa de escubrir. Se mostró, y se sigue mostrando, como un niño en el cuerpo de un hombre. Como una persona que no acaba de discernir entre lo malo y lo bueno, si bien siempre se muestra afable y sonriente. 

Pero su padre, con 83 años y senil, continúa creyendo que la guerra no ha terminado. Después de pasar 41 años en la selva y de perder a casi toda su familia, ya no le queda ninguna esperanza.
 
Lang, no obstante, se muestra feliz al haber conseguido ayuda para su progenitor. Cuando vivía aislado, se pasaba las noches sin dormir. Sabía que estaba muy enfermo y que podría morir en cualquier momento, por lo que hacía todo lo que estaba en su mano para mantener con vida a la única persona que había conocido en toda su vida.
 
 
Ahora sabe que su padre está en las mejores condiciones posibles. Que el hombre que hizo todo lo que estuvo en su mano para ayudarle a sobrevivir estará bien hasta su muerte. Pero para esto nadie sabe si está preparado. 

Es un tema del que huye, que teme sumamente. Y,cuando la única persona que conoció durante más de 40 años se vaya para siempre, nadie sabe lo que pasará con el Tarzán de Vietnam.